
Atravesamos los veinte años aterradas por encontrar un lugar en el mundo laboral, los treinta temblando con la llegada de los hijos... o al revés. Todo eso quedó atrás. Hoy tenemos experiencia, aprendimos muchas cosas y aún tenemos al tiempo de nuestro lado. Sabemos cómo preparar una loción casera de cutis y qué falda nos disimula las caderas. Podemos preparar una cena para seis personas, hablar con la maestra de nuestros hijos o solicitar un crédito bancario. Tenemos citas con el cardiólogo de nuestra madre o con un nuevo pretendiente.
La maternidad, la vocación y el trabajo fueron temáticas que nos abrumaron por décadas. ¿Qué queda para cuando pasa la vorágine?: ¡Disfrutar! Serenas, sabiendo que podemos caer y volver a levantarnos, que nada es definitivo, pero sobre todo, que de nosotras depende que vivamos esta nueva década con plenitud.